Por: Johanna Arias Quiñones, Ph.D., MFT
“Para hacer lo que nunca has hecho,
debes pensar en maneras que nunca has pensado”.
Rick Warren
Durante los últimos años han sucedido eventos que nos han obligado a enfrentar situaciones que no logramos entender de primera intención. Es entonces cuando nos surgen interrogantes esenciales y preguntas como: ¿Qué puedo hacer cuando no tengo injerencia en lo que me ocurre? ¿Cómo hago para lidiar con aquello sobre lo que no tengo control? Estas inquietudes son muy válidas y pueden arrastrarnos a la trampa de drenar nuestros recursos mientras intentamos tomar las riendas de la situación. Es importante recordar que las personas altamente efectivas no son quienes lo controlan todo, sino quienes aceptan la realidad de situaciones que no pueden modificar y están dispuestas a reconocer sus limitaciones. Esto no implica que sean débiles, sino más bien refleja una actitud alerta y enfocada en la autoprotección.
Cuando obstinadamente nos resistimos a aceptar una realidad ineludible, experimentamos fuertes sentimientos negativos como coraje, desesperanza y sentido de culpa. Por tal razón, la actitud más sabia que podemos asumir en ese momento es aceptar y reconocer que no siempre somos responsables de los eventos que enfrentamos. Aceptar una realidad puede convertirse en el canal correcto mediante el cual alcancemos la paz, a pesar de las circunstancias. Aceptar no es sinónimo de resignarse, conformarse o de negar que algo ha ocurrido. Por eso, para superar lo que está sucediendo o ha sucedido, debemos comenzar por aceptarlo, ya que solo así podremos comenzar a entenderlo. La aceptación da perspectiva, visión y futuro. Solamente aceptando la realidad lograremos tener una mejor disposición para cambiar nuestra forma de ver las cosas.
Todos tenemos la capacidad de modificar y trabajar con la forma en la que decidimos enfrentar y vivir la vida, tanto personal como profesionalmente. La clave del éxito es nuestra actitud. Si la vida es un 10% lo que nos ocurre y un 90% cómo reaccionamos ante ella, la actitud que asumamos ante una situación va a repercutir directamente en nuestro bienestar, más que la situación misma. Desarrollar ese cambio de perspectiva puede convertirse en nuestro mejor aliado al momento de sobrellevar dificultades inesperadas e ineludibles. Cada uno de nosotros tenemos la capacidad de decidir cómo responder ante las circunstancias. Está en nuestras manos decidir cómo actuar ante una realidad en constante cambio. Al tomar control de nuestra actitud demostramos disposición para enfrentar las circunstancias inciertas.
Leo Alcalá, conocido conferenciante motivacional, esbozó una propuesta que puede resultarnos útil al momento de tomar control de nuestras respuestas, independientemente de la circunstancia. Más aún, su modelo puede ayudarnos a reducir significativamente el estrés e incrementar nuestra capacidad para manejar el cambio. Algunos de los principios de su propuesta son los siguientes:
Acepto; no me resisto.
Cuando ocurre un suceso, decimos que es un hecho. Negar que este hecho haya ocurrido es negar la realidad y esto puede tener consecuencias negativas para la salud mental y emocional. Por esta razón, el primer paso para lograr recuperarnos es aceptar la realidad. Esta es una decisión voluntaria; cada uno de nosotros debemos decidir qué vamos a hacer con eso que nos ha tocado vivir.
Aprovecho; no me resigno.
Ante una realidad ineludible, es menester aceptarla. Esto no significa que no aprovechemos la oportunidad que nos presenta esta realidad para identificar que tenemos la capacidad de hacer y tomar las riendas de aquello que sí podemos controlar. Al tomar esta actitud, reenfocamos nuestras fuerzas y sacamos provecho, incluso de las situaciones difíciles.
Me comprometo; no solo deseo.
No basta solamente con desear que las cosas cambien. Cuando nos enfrentamos a una situación que no podemos cambiar, y que nos afecta directamente, es muy probable que identifiquemos actitudes o acciones sobre las que sí podemos tener control. Probablemente no tengamos el poder de cambiar la situación que viven los estudiantes en sus hogares, pero sí tenemos la capacidad de tomar acción y proveerles oportunidades que les ayuden a enfrentarlas. Es posible que nos veamos obligados a aceptar cambios con los que no estamos totalmente de acuerdo, pero esto no tiene que menoscabar nuestra salud física y mental. Ese es un buen momento para reafirmar nuestras capacidades profesionales y demostrar que somos capaces de integrar cambios a nuestras prácticas diarias siempre y cuando estas demuestren ser efectivas.
Me ocupo; no me preocupo.
Cuando enfrentamos una situación preocupante es menester preguntarnos si podemos hacer algo para atenderla efectivamente. Si la respuesta es afirmativa, lo próximo sería ocuparnos en descifrar específicamente en qué podemos colaborar, planificar cómo hacerlo y poner manos a la obra. No obstante, si la respuesta es negativa es importante dejar de invertir nuestra energía mental en lo que no podemos cambiar y ocuparnos en lo que sí podemos hacer para seguir adelante.
Apuesto a ganar; no me visualizo enfocando en lo negativo.
En una ocasión el presidente estadounidense Henry Ford declaró: “Tanto si piensas que puedes, como si piensas que no puedes, estarás en lo cierto”. Cada uno de nosotros decidimos cómo conceptualizamos nuestra realidad. Si vemos las circunstancias como una desgracia y concentramos las fuerzas en justificar nuestra posición, no habrá quién pueda disuadirnos para pensar de forma diferente. Pero cuando nos reenfocamos y decidimos visualizar la realidad como una oportunidad de aprendizaje y crecimiento, entonces encontramos nuestro propósito, el cual nos guiará para seguir adelante y alcanzar el éxito.
Muchas de nuestras acciones son el producto de la forma en que nos hemos acostumbrado a reaccionar ante los eventos. Podemos darnos cuenta de que ya es tiempo de considerar actuar de forma diferente y abrir los ojos para estar alerta y evitar que nos muevan solamente los impulsos emocionales. Recordemos tomar un tiempo antes de responder a las situaciones que nos produzcan estrés. Es necesario permitir que nuestra razón nos ayude a filtrar las emociones, de modo que podamos decidir con madurez el curso de acción. Todo cambio produce confusión, pero no olvidemos que podemos enfrentar las circunstancias y salir airosos. ¡Ánimo y éxito!
Referencias:
Alcalá, Leo (2009). Las ocho poderosas decisiones para dominar el cambio. Recuperado de la red en www.mujeresemprendedorasblog.com.
Me gusto mucho ojala mí hijo comprenda todo lo aquí expuesto.